República Dominicana enfrenta muchos retos como nación y como país. Existen muchos asedios y exigencias de países, organismos multilaterales y ONG bien monetizadas locales e internacionales que atentan contra la existencia de nuestra soberanía, paz, costumbres, cultura y Constitución como Estado independiente y Democrático, el sistema establecido y aprobado por los ciudadanos dominicanos desde 1844.
Por conisderarlo de interés para nuestros lectores y con la anuencia del autor quien es un reconocido escritor dominicano, reproducimos el siguiente artículo:
"MOMENTOS DE TERRIBLE COMPLEJIDAD
Roberto Marcallé Abreu
Leyendo y meditando en las últimas informaciones que se originan en la República Dominicana y sin soslayar el aspecto esencial de cuanto ocurre en el mundo y sus graves repercusiones entre nosotros, sería razonable y lógico llegar a la conclusión de que vivimos uno de los momentos más peligrosos, complejos y difíciles de la historia contemporánea.
Incluso soy de la sospecha, exteriorizada por no pocos estudiosos, de que la pandemia y sus secuelas, los cientos de miles de fallecidos en condiciones terribles, el incremento de las enfermedades, la desesperanza colectiva, la degradación generalizada, el absoluto irrespeto a la vida humana, los apetitos desatados, la universalización creciente de las drogas y la evidente multiplicación de la criminalidad y la delincuencia son parte de un programa cuya materialización se aprecia cada día con mayor intensidad.
Y esto cuanto quiere decir es que el pueblo consciente, el dominicano que ama a su país, debe abrir los ojos, estar atento, estar informado de las manifestaciones que provienen de diferentes litorales. Estos momentos están revestidos de extrema delicadeza y ahora más que nunca es fundamental organizarse como un bloque monolítico e indestructible para defender la Patria de Duarte y al pueblo dominicano.
Las señales son inequívocas. Están ahí, frente a nosotros. Poderes de gran incidencia universal han señalado la isla como un ámbito de experimentación con propósitos que no pueden calificarse sino de aviesos y perversos. Las variables que definen esa intención están definidas desde hace tiempo y tienen como norte fundamental la desnacionalización progresiva, así como la liquidación en términos reales de la limitada independencia que aún preservamos.
Es casi seguro que la intención va más lejos y sea más abarcadora. Porque, quien aprecia los conflictos que debilitan y enfrentan a los pueblos y países de diversas latitudes del conglomerado humano puede deducir que existe un notable desarrollo de posturas orientadas a que los seres humanos de los diversos entornos geográficos no sean los auténticos forjadores de su destino.
Un destino que está íntimamente vinculado a su independencia y su libertad de elección en todos los órdenes. El análisis frío del acontecer universal nos describe los graves y amargos enfrentamientos que se producen en todas partes. La gente se ha lanzado a las calles a demandar por sus derechos, por su libertad. Los pueblos quieren ser dueños de su destino y no tolerar bajo ninguna circunstancia ser títeres de terceros que creen que se consideran con derecho a hacer con ellos cuanto se les ocurra.
Las distorsiones y obstáculos contra nuestros mejores propósitos nos arropan de forma creciente, es lo que se vislumbra entre las tinieblas. Basta de manipulación, de mentiras, de engaños, de situaciones y conflictos creados y que se pretende figurar como espontáneos. Detrás, existen definiciones claras, programas y planes concretos, de dominio, de subyugación, de control absoluto, de esquemas de una nueva forma de esclavitud vinculada con la tecnología, con el engaño y la mentira disfrazados de verdad pública y conveniente o de posturas colmadas de supuestas buenas intenciones.
Creo, con franqueza, que República Dominicana es, en este sentido, un objetivo. Un propósito específico y definido. Desde hace mucho se nos ha escogido como conejillo de indias para aviesos designios que luego se harán trascender hacia otros ámbitos a fin de obtener resultados que solo favorecen a una élite de privilegiados que observa a distancia estos desencuentros como experimentos de laboratorio.
Se han creado elaboradas estructuras de pensamiento y ejecución hacia el logro de estos fines programados al dedillo y que se ejecutan de manera progresiva desde hace tiempo por entidades provistas de recursos ilimitados y sus legiones de gente aviesa. Procuran poner en práctica sus propósitos de conversión del mundo y la humanidad de oscura y maleada manufactura.
Es deber de todos los que creen en el concepto de Patria, de Libertad, de Independencia, de nacionalidad, quienes aún creen en las posibilidades de redención de la humanidad, abrir los ojos y hacer conciencia de una situación que se vierte en hechos concretos día tras día. Se trata de una realidad con frecuencia enigmática, poco clara, que se manifiesta de mil formas diversas, que no es fácil definir en toda su complejidad y en sus aviesos y perversos propósitos, pero que está ahí, que es nuestro deber conocer en todas sus dimensiones por el bien de todos y cada uno de nosotros.
Es preciso abrir los ojos, detectar las señales y enfrentar este estado de cosas sin tregua ni descanso. Peor sería que despertáramos en medio de una pesadilla, de un verdadero infierno, con un altísimo precio en vidas, en sangre, en sufrimientos.
Los indicios han estado ocultos frente a nosotros desde hace tiempo. Se han ido develando despacio y tal parece que han alcanzado su culminación en un mundo donde se dirimen conflictos de envergadura. La idea es la de aplicar conceptos de ingeniería social aviesos, en los que no encajan nuestra tradicional percepción sobre Patria, Nacionalidad, Historia, Resistencia, Familia, Libertad, Independencia, Moral, Religión, Principios.
Se procura dar un vuelco siniestro a la humanidad y retornar a un esquema de dominio amparado por la aceptación, la docilidad, el olvido o la inexistencia de la historia personal y colectiva, la moral, la religión, los principios, la familia, los vínculos filiales, la libertad individual y colectiva.
Es un momento de muchos peligros y muchos riesgos en los que debemos ofrecer lo mejor que somos como seres humanos para dar al traste con la concretización de ese mundo monstruoso que nos describió en los años cuarenta del siglo pasado el escritor George Orwell en su aleccionadora novela “1984”.
Desde hace tiempo la República Dominicana fue escogida para poner en práctica ese programa tan inhumano como perverso. Ahora, en estos momentos decisivos, de nosotros depende."